“Lo que pasa es que el tenista dentro de la cancha no es como un maratonista, aunque también está solo con su carrera, pero el tenista es un deportista que tiene que interactuar y tienen tiempo para tomar decisiones”.
Para Domínguez, también sicóloga deportiva, este deporte tiene una serie de demandas, que enriquece al jugador, pero no solamente por su cultura de preparación física, sino también porque enriquece su personalidad.
“El tenista desarrollas mucha destrezas hábiles para la vida como la concentración, que implica una atención selectiva, de lo más importante, tiene además que desarrollar la motivación, el interés y el gusto por las metas cortas, medianas y a largo plazo”, indica.
El tenista, sugiere la sicóloga, debe ante todo adquirir un compromiso y tener clara la respuesta de lo que se hace, es decir, por qué jugar tenis y que significado social tiene para el jugador. Eso le ayudará a tener una mejor relación con sus emociones y a crear niveles de autoconfianza para aprender a sustituir o manejar ideas irracionales de imposibilidad.
En ese sentido, “hay jugadores que son muy buenos en torneos individuales pero en Copa Davis o por equipo no juegan bien; otros, que no tiene tanto nivel de ranking logran ser mejores en equipo porque logran interactuar, es decir, logran ser inteligentes emocionalmente, se ponen en lugar del otro, y crean empatía con sus parejas”, manifestó Domínguez.
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